Hay que atreverse a soñar, a mirar hacia adelante y a trabajar para que los sueños se hagan realidad. Los países que han conseguido grandes niveles de desarrollo es porque se han permitido poder pensar fuera de la caja, encontrar nuevas maneras de hacer, crear las oportunidades y hacer que la población se beneficie de las mismas. Esa visión es la que inspira un proyecto que comienza a ser realidad: La Central Hortícola del Norte. 

Fue en setiembre de 2018 que colocábamos la piedra inaugural de la Central Hortícola del Norte, una idea que construimos en conjunto con varios actores locales y nacionales desde el Proyecto Avanza Salto Hortícola. ¿Cómo lo logramos? A través de un trabajo mancomunado de muchos actores que logramos identificar objetivos en común y sumar fuerzas para ir tras ellos. Y permítame en esta columna repasar cada una de las características que hacen a este proyecto. 

Cuando pensamos la idea, allí no faltó nadie. Cuando se trata de desafíos tan grandes hay que saber habilitar la mesa para que se dé la participación y el intercambio. Allí estuvieron los trabajadores, estuvo la Intendencia, estuvo la Mesa Hortícola de Salto, los productores, los granjeros, las comisiones de fomento rural y la Sociedad de Fomento Rural de Salto. Tampoco dejo atrás el reconocimiento al fallecido Intendente Eduardo Malaquina, quien se atrevió a soñar sobre esta obra. 

Y así comenzamos a idear un proyecto que hoy ya tiene un avance de más de 50% y cuya finalización está prevista para principios de 2022. Esta obra tiene un impacto directo en la economía regional pues solo por su construcción, concretada por una empresa nacional, significa una inversión de cinco millones de dólares con fondos que vienen tanto de la Intendencia, de la OPP y del Ministerio de Ganadería.

¿Qué hace de la Central Hortícola del Norte un proyecto diferenciador y del que se pueden extraer muy buenas lecciones? Lo primero, es la cooperación público-privada de actores que trabajan en conjunto. Este tipo de proyectos es posible gracias a que participan tanto los productores, como los trabajadores y el Estado, tanto a nivel departamental como nacional. En tiempos en que se vuelven a levantar las banderas neoliberales, esta Central es un buen ejemplo de trabajo integrado del mercado, el Estado y las organizaciones de la sociedad civil (comisiones de fomento rural, por ejemplo). 

Es también un ejemplo por la integración de capitales y sinergias entre gobierno nacional y departamental. De esto debemos estar orgullosos, porque significa un gran diálogo entre el Estado en distintas partes del territorio, especialmente cuando el proyecto se diseñó en un gobierno nacional de distinto color político al que terminó financiándolo. A su vez, es muestra de la institucionalidad imperante entre un gobierno nacional que apoya a un gobierno departamental, de distinto partido político. 

Además, el proyecto se destaca por el impacto social que tendrá el funcionamiento de una Central que potenciará al sector de la horticultura que en el Departamento de Salto emplea entre 5.000 y 5.500 trabajadores, con esto estamos potenciando la creación de más empleos en el sector, comprendiendo que la mejor política social es la creación de empleo para nuestros jóvenes. 

Por otro lado, la Central funcionará como un espacio complementario para la Unidad Agroalimentaria de Montevideo y potenciando el alcance de nuevos mercados. Es nuestra idea que podamos vender la producción de la Central Hortícola a Concordia y a la Provincia de Entre Ríos, pues actualmente ellos les compran todas las frutas y verduras a Buenos Aires a más de 500 km de distancia, cuando nosotros estamos enfrente y a pocos kilómetros. 

Cuando hablamos de esas cuatro hectáreas, quiero pensar en un espacio activo, lleno de esfuerzo y de sueños concretados. Tendremos entre 50 y 75 puestos de comercialización, que serán ocupados por productores de distintas partes de la región norte. Todos ellos son pequeños y medianos productores, algunos emprendimientos familiares que representan el esfuerzo de varias generaciones. 

Ni hablar de que la concreción de esta obra es solo el inicio de un lugar que funcionará como Usina de Innovación del Sector Hortícola, un espacio de aprendizaje mutuo y de estímulo a alcanzar nuevos mercados. 

En tiempos tan duros que hemos vivido en esta pandemia, donde las puertas se han cerrado para muchos, desde el norte, comenzamos a construir sueños colectivos que se transformarán en nuevas oportunidades para muchos compatriotas.

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