Enchorradas, incendios, fin del mundo que conocimos

La inundación por enchorrada de una zona del extenso barrio Malvín, me sorprendió como a todos. Aunque a un salteño, habitante  de una localidad que se inunda hace más de 250 años, posiblemente debería impactarle menos que a un capitalino, una inundación «por enchorrada». 

Como decía Tabaré «lo primero es lo primero»…El contenido conceptual de esta nota pretende comentar cosas a quienes han sufrido  poco o nada de inundaciones bruscas, para que puedan aumentar su cuidado del ambiente; es importante en esta época de destrucción del mundo que han generado quienes lo destrozan con el cambio climático. No tiene por objeto discutir con los malintencionados que atribuyen culpabilidades políticas a un fenómeno meteorológico.

Qué me van a hablar de enchorradas, toda mi vida transcurrió en Salto! Según el Diccionario del Español del Uruguay editado en 2011 por la Academia Nacional de Letras del Uruguay, enchorrada es un término uruguayo, utilizado en Artigas, Salto y Paysandú, que significa «Crecida rápida y torrentosa de un curso de agua de poco caudal». La ciudad de Salto se desarrolló en la orilla del río Uruguay, fundamentalmente entre dos de sus afluentes: el Ceibal por el Sur y el Sauzal por el Norte. Esos arroyos corrían libres hacia el Uruguay, hasta que el hombre los fue cercando, apretando, ensuciando, represando. Cuando la lluvia es muy fuerte y el Uruguay está crecido, los arroyos no tienen dónde volcar el agua y se desbordan. Pero la verdadera enchorrada es el agua de lluvia, caída en abundancia en poco tiempo, que corre  por las calles empinadas al Ceibal o al Sauzal, llevándose todo por delante: escombro, ramas, bicicletas, moviendo algún contenedor mal parado. Estas enchorradas son conocidas en Salto, por lo que hay viviendas cuyos dueños han construido pequeñas defensas antes de las puertas, para que el agua no invada las casas los días lluvia con tormenta.

Esa es la enchorrada que sufrió Malvín, multiplicada por la fenomenal cantidad de agua que no encontró salida. La topografía de calles de Malvín como Estanislao López, con sus dos bajadas hacia Concepción del Uruguay y como tantas paralelas que son cortadas por la magnífica Rambla central, son ideales para hacer de la lluvia caída, un torrente. 

La gente cuyas casas fueron tomadas por las aguas, se angustió, se asustó y se enojó. No es justo que a un habitante se le arruine la propiedad por una inundación; pero la rabia no tiene un destinatario local específico, aunque haya quienes lo busquen. Esta inundación por enchorrada, que ahora sufrió Montevideo, ha pasado reiteradamente en la historia en los departamentos del Litoral Oeste y en los que recuestan sus ciudades al río Negro o al Yí. A nadie se le ocurrió pedir la renuncia de Cacho Vidalín ni culparlo por las históricas crecidas del Yí en Durazno; es más, recurrieron a él en busca de apoyo, como a los intendentes de todos los departamentos donde se dan estos desastres. La responsabilidad debe buscarse por otro lado. Unas líneas más adelante, seguramente coincidiremos.

¡21.000 hectáreas quemadas en incendio rural! Nunca visto en el país, nunca vivido ni sufrido…Claro, nunca hubo tanto bosque exótico sembrado, tanta circulación vehicular…ni tanto calor abrasador. Pasó unos días antes de la enchorrada de Malvín. Uno quemó , la otra empapó e inundó, pero son de la misma familia. Aunque parezca un juicio ilógico, no lo es; inundación e incendio devastadores, son hijos de la misma causa: la destrucción del natural funcionamiento de los equilibrios del planeta. Aunque me digan que divago, que en esto la mayor importancia es de la sequía producida por la Niña, respetuosamente opino que esa es sólo una de las causas. Si el mundo estuviera más naturalmente equilibrado, habría menos efecto invernadero, sequías más benignas y lluvias menos intensas. También es cierto que los conductores de los países en desarrollo (que no son líderes mundiales) no cuentan con los mejores elementos  para proteger a sus pueblos en medio de la devastación del planeta que hacen  los considerados líderes. Este pequeño país tuvo una sequía dramática hace unos años (2008 si no recuerdo mal); el gobierno planeó un sistema de creación de reservas de agua en los campos, para vivir menos emergencias; parece que no tuvo después continuidad, que el esfuerzo no fue suficiente, o que los beneficiarios de esas reservas (algunos que odian al Estado) se descansaron en que el papá los asistiría. Seguramente esto último, como las defensas contra incendios en los bosques comerciales o el mantenimiento limpio de los cursos de agua ciudadanos, pueden mejorarse, pero no son la solución final.

El mundo que conocimos está en proceso de destrucción por parte del único habitante inteligente que tiene: el ser humano. 

Mientras cada gobernante siga autorizando destruir bosques naturales, perforar en busca de riquezas, recalentar el planeta con bióxido de carbono, seguirán las sequías, las inundaciones, los tornados, el deshielo de los polos… 

¡Atención Mujer y Hombre comunes! No miremos para otro lado. No sólo Bolsonaro, Trump, Busch, Xi Jinping o Putin pueden ser culpables del exceso de bióxido de carbono, de la basura en los cauces, de la tala de árboles, de poner la industrialización por delante de la vida humana. Cada vez que tiramos una botella plástica a un arroyo o al costado de la carretera, que quemamos imprudentemente ramas o basura, que llenamos de humo el ambiente con nuestros escapes, que usamos moto o auto para hacer dos cuadras que podríamos caminar, somos más culpables que ellos, porque con un pequeño esfuerzo (satisfactorio), podríamos ser héroes de la recuperación del planeta.

Ta…ya sé que cambió el mundo, pero yo me niego a dejar éste: es un placer disfrutarlo.

Ramón Fonticiella es Maestro, periodista, circunstancialmente y por decisión popular: edil, diputado, senador e intendente de Salto. Siempre militante.

UyPress – Agencia Uruguaya de Noticias

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