La exmodelo Loni Willison deambula por las calles de Los Ángeles, Estados Unidos. Arrastra un carrito de supermercado, luce harapienta y con aspecto depauperado.
No es la única persona en esa condición en la megalópolis de la costa oeste. Sin embargo, su caso resulta llamativo porque hasta hace unos años ella acaparaba portadas de revistas y era una cotizada figura en el competitivo mundo del modelaje.
Retratada por paparazzi, vestía ropa desgastada y un rostro marcado por la carencia. Según el periódico The Sun, su vida cambió drásticamente después de una crisis nerviosa en 2016, que le provocó la pérdida de su trabajo, su apartamento y su coche.
Sin embargo, las cosas empezaron a ir mal antes de esa fecha, cuando su matrimonio con el actor Jeremy Jackson, recordado por su papel en la serie Baywatch, se convirtió en un calvario signado por varios episodios de violencia doméstica, que culminaron con el divorcio en 2014. A partir de ese momento, Willison entró en una espiral descendente.
Tras la separación, desarrolló varios problemas de salud mental y una serie de adicciones, incluido el consumo de metanfetamina.
Loni reconoce que tuvo dificultades para aceptar apoyo, y también aseguró que no es fácil que le echen una mano. “Aunque pida ayuda, no hay mucho que nadie pueda hacer”, dijo en una entrevista.
A los 41 años, la modelo afirma que sobrevive con pequeñas cantidades de dinero y alimentos desechados por tiendas y restaurantes, y así lo explicó a los periodistas del citado medio.
“Puedo vivir por mi cuenta. Tengo todo lo que necesito aquí. Nadie se preocupa por mí: ni yo quiero ver a nadie, ni nadie quiere verme. No tengo teléfono, hay comida en los contenedores y cerca de las tiendas, por lo que tengo alimento y un lugar donde dormir. Tengo algo de dinero por aquí y por allá. Hay suficiente aquí”, sostuvo.
