Débora Gribov (*)
Vencida la dictadura , Arismendi sintetizaba en un encuentro frenteamplista en el Comité 26 de Marzo, allá por el año 1985 que “los temas del desarrollo capitalista deformado, mantienen el latifundio y generan la hipertrofia del capital financiero y de los sectores monopolistas y de dependencia, se produce en consecuencia el sometimiento a las trasnacionales y al capital extranjero, rasgo de esa deformación, pero también, rasgo de la crisis profunda e insoluble desde el punto de vista estructural”. Esta sentencia adquiere, con el paso de los años, una vigencia total. En ese mismo encuentro, señalaba que en el proceso de profundización de la crisis estructural del sistema capitalista que ahonda la lucha de clases, la educación en consecuencia también sufre la agudización de la crisis que se expresa, entre otras cosas, en disminución del presupuesto, escasez de recursos, precariedad laboral, etc., como hemos visto en esta última Rendición de Cuentas, donde se hace un ataque directo y sin ningún prurito a la educación en general y a la Universidad de la República en particular.
La Universidad es, como planteó Arismendi: “fruto y expresión de un régimen social determinado, en última instancia cumple las funciones que las necesidades culturales y técnicas de ese régimen le reclaman” pero en su seno también, se generan las contradicciones que permiten construir otro modelo de Universidad, que contribuya desde sus funciones, en acuerdo con el artículo 2 de su Ley Orgánica: investigación, docencia, extensión y asistencia, a mejorar la calidad de vida de la población en general. Por lo tanto, sus tareas principales amparadas en este artículo resultan, por su calidad de institución autónoma y cogobernada, en una herramienta esencial que contribuye a la construcción de las condiciones revolucionarias.
Esta posibilidad, se explicita en varias acciones concretas desde los años 50 y 60 bajo la consigna: “obreros y estudiantes juntos y adelante”, hasta la actualidad con el desarrollo de la descentralización, ampliación de becas estudiantiles, avances en la integración de funciones dialogando con el saber popular, contribuyendo a la creación de un conocimiento pertinente hacia la construcción de un país más justo y solidario, como se concluyó en el encuentro en el PIT-CNT: de hace unos años, denominado: qué Universidad para que país.
Allí se planteó, entre otras cosas: Seguir trabajando para tener una Universidad integral, generadora de pensamiento crítico, no reproductora del sistema opresor. Continuar trabajando hacia el reconocimiento del saber extrauniversitario, expandir experiencias como los Centros Populares teniendo la extensión como pilar fundamental de la Universidad latinoamericana.
Este brevísimo recorrido permite dejar expuestos principios fundamentales que se sostienen en la autonomía universitaria como elemento rector y en el ejercicio del cogobierno que orienta y vehiculiza estos principios.
En una coyuntura de ambigüedad discursiva por parte de algunos referentes en la gestión universitaria y con claras señales desde los centros de poder hegemónicos, de atacar los principios y la relevancia de la Institución como espacio de construcción de pensamiento contrahegemónico, se hace urgente e indispensable insistir en la importancia estratégica de este 16 de noviembre en defensa del cogobierno y la autonomía universitaria. Por eso apoyamos las listas históricas del movimiento estudiantil, la FEUU, y las listas de docentes (ADUR) y egresados construidas desde el principio de unidad para la lucha.
Hacia el Congreso del Pueblo, este 16 de noviembre defendemos la Universidad cogobernada y autónoma.
(*) Secretaria General del Seccional Universitario del PCU.
Foto de portada:
Universidad de la República, UdelaR, Facultad de Derecho. Foto ©Ricardo Antúnez/AdHoc.
Fuente : elpopular.uy