NUEVA YORK (Uypress)- El uruguayo Julio Pereyra hizo este viernes una encendida defensa del mundo rural latinoamericano al recibir uno de los cinco premios anuales de derechos humanos que concede la Organización de las Naciones Unidas y que hoy recogió en una ceremonia en la sede central de Nueva York. Se instaló hace más de diez años en la triple frontera de Argentina, Paraguay y Brasil.
«En los lugares que habito no solo matan las armas, mata un mosquito. Pero más genocidas son la corrupción, la desidia, la incompetencia y la ignorancia en zonas donde no hay guerras, pero sí desnutrición, mortalidad infantil y trata de personas», dijo en su discurso, uno de los más aplaudidos.
Pereyra se instaló hace más de diez años en la triple frontera de Argentina, Paraguay y Brasil, donde su organización Caminos de Tiza se centra en integrar en la escuela a niños en extrema pobreza, discapacitados o procedentes de pueblos originarios, así como en luchar contra fenómenos como la desnutrición y los embarazos precoces.
«Elegí mi forma de activismo convencido de que cada escuela que fundo es una cárcel que no se construye, y cada tiza que gasto, una bala que no se dispara -dijo Pereyra ante la Asamblea-. Mi andar pone nombres, historias, rostros y lugares a lo que para otros son solo datos, números, una estadística».
«Alzo la voz por lo que todos saben, pocos dicen, y nadie escucha», resumió.