La cantante argentina empezó fuerte y terminó por todo lo alto. Sirvió belleza, hits y clases de baile en su primera fecha en Montevideo.
Por Catalina Zabala
Hay figuras que parecen reunir las piezas del puzzle que creemos que nos faltan. Todo aquello que no tenemos, pero que, por alguna razón, consideramos que deberíamos tener. Para las niñas de hoy, le cueste a quien le cueste, Emilia es todo eso: ante un público mayormente femenino que oscila entre la infancia y la adolescencia, parece configurar un canon. Parece tener la receta secreta, un camino que debería ser seguido.
A las 8 de la noche quedaba una hora para dar comienzo al show, pero el público parecía no querer esperar tanto. No es raro, dado que las dos fechas de diciembre debían de haberse llevado a cabo a principios de mayo, pero por motivos de salud de la artista, tuvieron que ser reprogramadas.
Entre varias niñas acompañadas de sus madres, sobraban las imitaciones. Los brillitos debajo de los ojos coparon los alrededores: la mayor parte de las espectadoras se apropiaron de la marca identitaria de su ídola. Fue la noche del color rosa, las polleras cortas y el maquillaje. Desde la elaborada producción artesanal de disfraces imitativos de los famosos looks del tour, hasta outfits llamativos y reveladores. Porque todas quieren parecerse a ella. Como sucedía con las princesas de Disney en décadas pasadas, todas proyectan en Emilia aquello que creen no tener.
25 minutos después de la hora prevista, a las 21:25 horas, la mirada de Medusa: las luces del Antel Arena se apagaban, y los ojos de la ídola de muchas se observaban en un plano cerrado de la pantalla. Los ojitos verdes y los infaltables brillitos en forma de estrella generaban furor en los espectadores. Luego de unos minutos los ojos se desvanecían, y se transformaban en un factor clave que reinó durante toda la noche. El brillo. A continuación, una estrella de color blanco apareció en el escenario, de donde salió la reina de la noche en su conocido outfit color rosa: con toques de los 00, cierre con escote y boina hacia el costado. Así comenzaba el .mp3 Tour.
Como haciendo una declaración, Emilia abrió el show con “Exclusive”, de su álbum .mp3. (2023). Parecía estar recordando quién era y lo que había venido a hacer. “Cuidado con la mirada de medusa”, una “perra exclusive”… éxtasis. Esta última palabra describe lo que vivió el público de Emilia la noche del 7 de diciembre. Las chicas agonizaban al ritmo de una afirmación. “Todos locos con su cuerpo, éxtasis. Los nenes hipnotizados con su sex appeal”. Sin más ni menos, esto fue lo que ocurrió. Su famoso paso del “work like Riri” terminaba de firmar la sentencia del delirio. Sus fans la festejaban como si su vida se fuera en ello.
La canción era apenas el primer capítulo de una larga trayectoria que iría por la misma línea, hasta el final. Porque Emilia parecía haber llegado a tierras montevideanas con una misión primordial y casi que exclusiva: servir belleza. Los incontables cambios de outfit, su pelo elevado constantemente por los ventiladores y los planos favorecedores pusieron todo de sí para alcanzar este objetivo. En la puesta en escena reinaban el color rosa, los brillos, el maquillaje y los elementos femeninos. Luego de “Exclusive”, sonaron al hilo “Facts” y “Cuatro veinte”.
Al finalizar hacía su primera pausa, en la que se detuvo a observar a su público. Y es que su destreza en el baile no es lo único que se luce en sus presentaciones en vivo. Su glamour, sus guiñadas frecuentes y su mirada decidida hacen que el espectador, queriendo o sin querer, termine comprando el personaje, como cayendo en una especie de hechizo de Medusa, aquella figura de la mitología griega que tenía el poder de petrificar a quien osara mirarla a los ojos. Luego de un prolongado silencio, se pronunció: “Buenas noches, Uruguay. ¿Cómo están? Este es el mp3 Tour, bienvenidos. ¿Están listos para vivir la mejor noche de sus vidas?”, y así, entre más guiñadas y besos lanzados de manera sugerente, siguió con un “lo que tengo de buena lo tengo de mala”, y daba paso a otro de sus hits: “Jagger”. Todas estas canciones fueron interrumpidas por espacios para el baile.
Las siguientes dos canciones ya presentaban cambios. Para interpretar “Intoxicao”, tema que comparte con su compatriota Nicki Nicole, lo hizo sin el chaleco, los guantes ni la boina. El pantalón rosa se mantuvo intacto, y junto a él exhibía un pequeño top rosado con estrellas. Para “JET.Set”, la historia era otra. Se alejó del escenario, mientras que la puesta en escena llevaba al espectador a mirar las pantalla. En ellas, un video de Emilia siendo peinada y arreglada por asesores anunciaba la llegada de la canción con Nathy Peluso. Con lentes de sol plateados, y una chaqueta azul metalizada con capucha, volvió a aparecer en el escenario acompañada de sus bailarines, también encapuchados. Para cantar “Ojitos verdes” e “IConic” se quitó la capucha, dejando ver un nuevo look. El conjunto color beige con brillos y plumas, favorito de muchas, marcaba su presencia.
Por si el público comenzaba a relajarse, el show en este punto da un giro inesperado. Emilia volvió a desaparecer, y en las pantallas se visualizaban imágenes de los 2000 que caracterizan el show. La habitación de una chica que juega un videojuego. En él, el personaje avanza entre plataformas. Nadie parece tener idea de lo que se está anunciando. Como por arte de magia, la cantante aparecía de pie en un pequeño escenario ubicado en el medio del campo, muy cerca de aquellos fans más alejados del escenario principal, que quizás ya se habían resignado a ver todo el show de puntitas de pie y a través de las pantallas. Entre las expresiones de furor del público, Emilia caminaba decidida por la pasarela. Se ubicaba junto a sus bailarines, y de nuevo, se lucía con el baile. “La chain” comenzaba a sonar.
A partir de este punto, el clima se volvió más íntimo. Se detuvo, tiró besos, agradeció y adelantó: “Esta próxima canción es para todas esas personas que alguna vez nos hicieron dudar de nosotros mismos. Con pie de micro y guitarra eléctrica cantó “Cielo en la mente”. El primer verso, “Pa los que dijeron que yo no brillaría”, dedicado a sus “haters”, daba comienzo a una cadena de palabras que destacan sus logros y los esfuerzos realizados para estar parada en esa tarima el día de ayer.
Al finalizar, la magia vuelve a aparecer. El público no encuentra a Emilia, quien se aleja acompañada de seguridad en medio de la gente, para salir del recinto y volver a aparecer, algunos minutos después, en el escenario principal. En las pantallas se la observaba con capucha rosada y guantes, como preparándose para mostrarse en un ring de boxeo.
En este momento se daba el mayor intercambio con el público. La música paraba de sonar, y Emilia se detenía a leer en voz alta los carteles que sus fanáticas habían preparado con tanto amor. “Gracias por un recibimiento tan increíble”: volvió a preguntar a su público, con emoción, cómo se encontraba. Expresó su felicidad por encontrarse allí, y recordó sus comienzos.
Se encuentra cumpliendo un sueño, y volvió a agradecer la oportunidad: “Viví cosas increíbles acá, en su país, me han dado alegrías increíbles desde hace años, así que quiero agradecerles por el apoyo genuino y por estar ahí para mí. Hay varios que me siguen desde hace mucho tiempo, pero también hay muchos fans nuevos, así que todo se valora. Gracias de corazón”.
Así anunciaba su “momento preferido de la noche”, la lectura de carteles. “Casate con Duki y adoptanos”, “dibujame una estrella para tatuármela” (a lo que la artista accedió), “si subo a cantar se casa conmigo”, fueron algunos de los elegidos para leerse. Este último daría paso a lo insólito. Un suceso que ni la misma Emilia se veía venir. Así, preguntaba: “¿Estamos de casorio? ¿Puedo ser la madrina? Bueno, que suba a cantar”. Éxtasis.
Una chica disfrazada de la misma Emilia subió a cantar con ella, y entonó unos versos de “La balada”. Al terminar, su pareja, desde su lugar, se arrodilló para pedirle matrimonio. Emilia se emocionó más que la propia novia, con saltos y gritos de emoción. Lo invitó a subir a hacer la propuesta desde el escenario, donde se comprometieron. Los felicitó y les sacó una foto ella misma. Por un momento, parece dejar de ser el centro de atención.
Aprovechó para agradecer a su equipo y nuevamente a los fans, por hacer las largas filas y llenar dos fechas del “Movistar Arena”, que luego corrigió por “Antel Arena”, lamentando la confusión. A continuación, presentó una canción compartida con su pareja Duki, “un gran compañero”. Sonó “Como si no importara”, y al terminar, “Mi otra mitad”.
El siguiente cambio de outfit traía a la reina de la noche portando un conjunto de dos piezas de top y falda azul, con los brillos que bailaron durante todo el show. Interpretaba “Uno de los dos”, canción que comparte con la agrupación Miranda!. Al finalizar, pidió que las linternas de los celulares la acompañen: cantó “A 1000.KM” y al bajar del escenario, se sacó fotos con sus fans de la primera fila, saludó y grabó con su pequeña cámara rosada.
Luego de las emociones, volvió la sensualidad. Interpretaba la canción que comparte con Tiago PZK, “Rápido lento”. Dejó a sus fans con un potente solo de guitarra y su ida y venida con el baterista. Volvió a aparecer en pantalla con un body blanco revelador con plumas, y nuevamente, muchos brillos. Con este, cantó “Underground”.
Si en este punto los fans sentían que ya lo habían visto todo, estaban equivocados. Porque uno parecía olvidar, con todo lo que ya se había visto en escena, que faltaban números muy potentes. En este preciso momento, el Antel Arena se convertía en una fiesta. Emilia invitó a los fanáticos a acompañarla con el movimiento de sus brazos. Cantó “Perdonarte, ¿para qué?”, gran éxito de este año junto al grupo mexicano Los Ángeles Azules. Nadie lograba quedarse quieto: tanto en el campo como en las tribunas, todos acompañaban con el baile lo que parecía ser una populosa discoteca.
Los siguientes capítulos de esta historia lograron mantener el nivel de euforia por varios minutos: “Una foto remix” y “Alegría” le siguieron, donde lógicamente predominó el baile. Miradas, movimientos, sonrisas, seducción. Si el público ya llevaba un rato a sus pies, ahora estaba enamorado. Porque el secreto de Emilia parece ser su facilidad para encantar. A través de letras pegadizas que no invitan a mayores reflexiones, logra hipnotizar al que decide detenerse a mirarla. No parece tener que decir nada más. A estos tres temas, le seguía su éxito más reciente. La escenografía cambiaba un poco y tomaba colores rojos negros y verdes, y un marco de arabescos la rodeaban en la pantalla principal para interpretar “Novio gangsta”, un hit que logró cautivar al público y hacerle olvidar las polémicas de su vida personal que opacaron su lanzamiento, algunas semanas atrás. Entre canciones, devolvía la devoción con un sentido “Gracias, Uruguay”.
Se acercaba el final del show, e interpretó “Los del espacio”, canción en la que participan su novio Duki, María Becerra, Tiago PZK, Rusherking, Nicki Nicole Lit Killah, FMK y Big One.
Luego del último hit, la fiesta comenzaba a tener sabor a despedida. La puesta en escena cambió, Emilia se sentó en una silla de espaldas al público, mirándose en una cómoda como de habitación, con un gran espejo. Las pantallas ofrecían la perspectiva opuesta: el rostro de Emilia enmarcado por el espejo, y de fondo, un público que llevaba poco menos de dos horas de pie, aclamándola. Mirándose en el espejo cantó “24 HS”.
Para volver a subir el clima hacia la euforia, ofreció espacios para el baile que mantenían la atención concentrada en ella, y nunca salía del papel. Su actitud icónica la acompañaba hasta en los momentos en los que se agachaba en busca de su vaso de agua, obviamente rosado y con pajita. Se hidrataba mirando a las cámaras, mientras ofrecía guiñadas y los gestos más top. La locura volvió a hacerse presente, porque sonaba “Playlist”. Al finalizar vuelve a agradecer a sus músicos y bailarines, y a una amiga querida: presentó “La original”, tema que comparte con la cantante argentina Tini.
Este tema parecía dar el cierre al show. Pero luego de algunos segundos de silencio y poca luz, su inconfundible rostro vuelve a verse en la pantalla: la sensualidad no terminaba. Cantó «GTA», un himno al deseo prohibido. Para cerrar el show, esta vez de manera definitiva, eligió “No se ve”. Un tema muy conocido que rebosa alegría y que le permitió, como broche de oro, terminar de cautivar con sus habilidades para el baile. “Gracias por tanto, Uruguay. Nos vemos mañana”. Bajo una lluvia de confeti rosado daba paso a su segunda fecha, que seguramente no diste mucho de la primera. Para la angustia de las miles de niñas que se encontraban allí, la princesa de Disney desaparecía, en la misma estrella que parecía haberla transportado a aquel lugar mágico.
Foto: Agustín Frugoni
Causa Abierta