No puedo aguantar la pregunta en modo impositivo: Decime de  qué lado estás. De que lado de la vida, de la realidad territorial, del mundo. DE QUÉ LADO ESTÁS, porque no te entiendo. Si es de la «realidad» internacional, te alegrás y aplaudís porque parece que los uruguayos (por fin) no necesitaremos visa para entrar a Estados Unidos. Pero, a vos, a mí y a como tres millones de compatriotas ¿en qué nos beneficia?. Si quizás no tenemos plata ni para el pasaje a las Sierras de Minas; si nuestra aspiración cuando mucho es el sueño de ir a bagayear a la Argentina mientras el cambio aguante…

De qué lados estás, si te enojás con maestros y profesores (antipatriotas) porque exigen poder enseñar mejor, vivir de su trabajo, no sentirse perseguidos y por eso paran sus funciones. Mientras, vos no golpeás cacerolas (y menos cortás rutas) porque una señora ex fiscal, que trató con guante blanco el caso  Astesiano, aparece decidida y públicamente apoyando la candidatura herrerista (como Lacalle) de Laura Raffo.

Insisto, de qué lado estas si celebrás que el presidente fue a China y firmó un acuerdo para vender mondongo y caballos de carreras (estos sin faenar) y lo aplaudís como si hubiera acordado que diez fábricas chinas se instalaran en Uruguay. No podés festejar que un gigante prepare un tratado de «libre comercio» con el enanito Uruguay; razonemos, no es para venderles más allá de comida sin elaborar, mientras ellos nos venden hasta los cordones para .

los zapatos con mano de obra china. No te quejes si sólo venden los frigoríficos, y acá cierran hasta los zapateros remenderos , porque los calzados chinos se usan y se tiran…

No quiero amargarte el fin de semana, en el supuesto que hayas aguantado leyendo hasta acá; por eso voy a ir deteniendo la topadora, despacio, para no enterrarla en la fragilidad de una tierra en la que algunos habitantes sueñan con ser ricos; viven como alucinados, se enojan con todo, pero siguen votando a la motosierra, aunque sean árboles.

No es delito soñar; bobada es creerse los sueños, sobre todo si te los transmiten otros.

Si estás de este lado, del razonamiento, de la humanidad, de la realidad, pensemos juntos que no es bueno anular nuestra mente y obrar según lo que piensa la de otro. La única libertad real del ser humano es la de su cabeza, aunque esté preso, o trate de recuperar su cuerpo en un hospital, o se siente bajo un árbol a rumiar cómo hacer la diaria para llevar comida a los gurises, si no tiene trabajo. Aunque te parezca sesentista (somos perseguidos, sabés?) no te dejes alienar por la masificación colectiva. Hay gente, empresas, formaciones políticas e ideológicas que viven para eso: para meterte en una masa, informe, propia de la época de las pirámides y que sólo sirvas para empujar piedras para las construcciones de otros. No pretendo que te hagas antagonista de todo: sólo que pienses qué ganás realmente si te ponés del lado de quienes manejan la comarca, el país y el mundo, para que existan privilegiados y servidores. No quiero que se destruya nada, menos aún el intelecto de las personas. Como dijo un viejo profesor, libre pensador él, mientras aplicaba un test de inteligencia a un grupo de ciudadanos de una actividad que no siempre exigía cabeza: «todos tenemos inteligencia, más o menos, pero tenemos que cultivarla». Siempre ha habido intentos y realizaciones de quienes avasallan la personalidad ajena, en su beneficio personal o de clase. No pido que pelées, pero si que apeles a tu propia fuerza de reacción y busques contacto con quienes están en situación como la tuya; que te juntes con los de tu mismo lado, que no sumes fuerzas con los que terminarán avasallándote. Las personas y los pueblos que pierden la facultad de pensar, razonar y actuar, dejándose llevar por la correntada, son arrastrados indefectiblemente.

 «Es muy difícil luchar contra actividades que sirven por un tiempito, después se verá…», esa frase es una palada de tierra sobre las realidades menos privilegiadas, representa algo así como «…y bueno, por lo menos comemos unos días», lo cual es real. Lamentablemente quienes tienen el transitorio poder, egoístamente no se preocupan del bienestar general y continuado. Sólo los tienen mente abierta, se juntan con quienes tienen los mismos desafíos y pueden sacar a los colectivos adelante.

Pensá de qué lado estás. Ubicate en el equipo que juega para atender tus necesidades y las de tu gente, no como limosna del señor a los vasallos, sino como distribución lo más equitativa posible.

En el tiempo electoral se abre un período de franquicias para decidir de qué lado estar. 

Ramón Fonticiella es Maestro, periodista, circunstancialmente y por decisión popular: edil, diputado, senador e intendente de Salto. Siempre militante

UyPress – Agencia Uruguaya de Noticias

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