Sergio Secinaro
En un momento en el que la transparencia y la responsabilidad son fundamentales en la administración de recursos públicos, resulta absolutamente inaceptable el manejo clientelista y cuestionable que se ha venido perpetuando en la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande (CTM). Este organismo binacional, creado con el objetivo de aprovechar los recursos hídricos del río Uruguay en la zona de Salto Grande, ha demostrado ser una fuente constante de derroche de dineros públicos y nepotismo, todo bajo la administración de Carlos Albisu del partido Nacional y su socio político: Germán Coitinho del partido Colorado.
El ciudadano común, aquel que trabaja arduamente para sostener a su familia y contribuir a su comunidad, debe mirar con indignación cómo esta entidad, supuestamente comprometida con el desarrollo y la cooperación entre dos naciones, se ha convertido en un feudo de políticos afines y sus seguidores. La designación de correligionarios en puestos clave, sin importar sus competencias o méritos, se ha convertido en una triste constante en la CTM. Esta situación deja en claro que el interés público y el bienestar de la comunidad están siendo sacrificados en aras de favores políticos e intereses mezquinos.
La falta de transparencia en el manejo de los fondos y contrataciones de la CTM es igualmente preocupante. El oscurantismo que rodea a las operaciones financieras y las contrataciones no solo es una afrenta a la confianza ciudadana, sino que también plantea serias dudas sobre la integridad de las operaciones del organismo. ¿En qué se están invirtiendo los recursos? ¿Cuál es el propósito de los contratos de publicidad a colegios, asociaciones rurales y periodistas? Son preguntas legítimas que requieren respuestas claras y contundentes. Pero estos señores están regidos por el derecho internacional y cobran en dólares, suculentos dólares…
Mientras tanto, los ciudadanos de Salto, que deberían ser los principales beneficiarios de la inversión en la zona, se ven sumidos en una crisis económica de proporciones históricas. La moneda de cambio entre Argentina y Uruguay ha generado estragos en la economía local, y en lugar de ofrecer soluciones, la CTM parece estar ocupada en satisfacer los caprichos y deseos de aquellos en el poder.
Las declaraciones del intendente y futuro candidato presidencial, Yamandú Orsi, son un llamado de atención urgente. Es innegable que la estructura de organismos internacionales como la CTM necesita una revisión profunda y radical. El senador oficialista Jorge Ganidini ha admitido su enojo por estas circunstancias, lo que indica que incluso dentro de las filas políticas del gobierno de Luis Lacalle Pou, hay una conciencia de que las cosas no están funcionando como deberían y eso rompe los ojos de cualquiera.
El problema no radica solo en el nepotismo y el manejo financiero cuestionable, sino en la percepción de impunidad que rodea a esta situación. La falta de rendición de cuentas y de asunción de responsabilidades políticas es inaceptable. Mientras los ciudadanos luchan por llegar a fin de mes, los integrantes de la CTM disfrutan de salarios astronómicos en dólares, beneficios sociales y familiares, creando un abismo de desigualdad que solo sirve para profundizar la brecha entre la clase política y la ciudadanía común.
Esta es la realidad que todos ven: la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande se ha convertido en un triste ejemplo de cómo el nepotismo, la falta de transparencia y el manejo irresponsable de los recursos públicos pueden perjudicar gravemente a una comunidad. Es hora de que la sociedad exija un cambio radical en la forma en que se gestionan estos organismos internacionales. La opacidad y el derroche ya no pueden ser tolerados. La voz del pueblo debe ser escuchada y las acciones de aquellos que han abusado de su poder deben ser evaluadas y cuestionadas. El futuro de Salto y de la cooperación entre Argentina y Uruguay merecen mucho más que la triste realidad que la CTM ha representado hasta ahora.
Fuente : cronicasdeleste.com.uy