En sus inicios, “El Peñón” fue gestionado por Méndez Requena, que traía importantes números musicales de la Argentina.
Luego de un tiempo cerrado, vuelve a abrir sus puertas a cargo de empresarios montevideanos que lo reforman y montan un restaurante de alto nivel, con platos muy variados y sofisticados, y en la planta alta hacen funcionar una discoteca.
Nos dice José Pedro Bortagaray que la respuesta del público no fue la ideal y el proyecto no prosperó.
“Fue entonces que lo reabrimos nosotros con Ricardo Perrone- que era mi tío- Fernando Cesio y Luis Paganini. Nos complementábamos muy bien ya que unos teníamos discoteca y otros venían del rubro confitería. Comenzamos el 11 de diciembre de 1982. Faltaba poco para las fiestas.”
¿Qué pasó? Nos dice Bortagaray y continúa con su relato.
Me acuerdo que las noches del 24 y el 31 de esa primera vez fueron una locura. Se nos fue de las manos. Se llenó la terraza, la planta alta, la planta baja, el gran espacio de acceso… en fin, típico de alguien al que lo sobrepasa la situación fruto de la inexperiencia. Ya para el 31 estábamos mejor preparados con un gran stock de bebidas.
“El Peñón” fue cambiando y adaptándose a lo que la propia clientela quería. Al principio, sólo se permitía el ingreso de parejas y abríamos viernes, sábados y domingos. Tiempo después, los sábados permitimos el ingreso del público en general.
Hicimos infinidad de fiestas, eventos, desfile de modas, trajimos orquestas de Buenos Aires, DJ´s de otros lados. Siempre contamos con muy buenos equipos de sonido.
Fuimos los primeros en hacer en Salto la “fiesta de la nostalgia”, inventada por Lecueder. Fue en 1984. Luego se convirtió en un suceso tremendo en todo el país. Hicimos la fiesta de la flor, las fiestas de los colores, trabajábamos con grupos de estudiantes y con Peñas universitarias los viernes
Recuerdo que cuando crecía el río, era toda una aventura ir por el camino del sube y baja, y si éste no daba paso, había que ir por el campo de aviación. En aquel entonces no había tantas motos por lo que se iba en autos. Por esa razón, un fin de año- para tranquilidad de las mamás- contratamos un ómnibus y luego compramos una combi.
En Salto, cuando las jovencitas cumplían 15 años, tenían toda la expectativa de poder ir al “Peñón” en Navidad. Entonces las madres nos llamaban para confiarnos a las chicas que por primera vez saldrían de noche y venían y volvían en el ómnibus, lo cual les daba una gran tranquilidad pues se evitaban los riesgos.
Nuestra terraza, y la del club de Pesca- con vista al río- eran las dos más lindas de Salto. Era maravilloso verlas repletas de gente en las fiestas de fin de año.
Como todas las discotecas, abría sus puertas cerca de la media noche, sin embargo, el “Pub” lo hacía más temprano. A eso de las 10 de la noche siempre había un show en vivo y más tarde, las parejas subían a la pista de baile. Por lo general, terminábamos siempre al amanecer.
Tuvimos un exitoso programa de radio en Emisora del Éxodo donde promocionábamos las fiestas que haríamos el fin de semana. Nosotros recibíamos material discográfico de Europa y Estados Unidos. El público nos exigía tener lo último para el Peñón y para el programa en la FM.
También fui disc jockey, aunque tuve que delegar esas funciones porque debía atender la portería, la barra, en fin, en una palabra, supervisar el boliche.
En cierta oportunidad apareció gente de Montevideo a filmar el Peñón. Un diario de la capital se interesó por las características del mismo y por el lugar geográfico, ya que era un punto estratégico para una discoteca.
Recuerdo que en las fiestas de fin de año, llegaron a ayudarnos mis padres y mis suegros, incluso atendiendo su propia barra, ya que iban distintas generaciones a esos eventos. Así como iban las chicas de quince que salían por primera vez, también asistían matrimonios que ya eran abuelos.
Desde 1982 hasta 1993 fue gerenciado por mí. Luego estuvo en otras manos, pero nunca volvió a funcionar como en los 80.
La verdad es que fueron 11 años muy exitosos.
