El candidato presidencial del Partido Nacional, Álvaro Delgado, ha vuelto a ser objeto de cuestionamientos, esta vez relacionados con una estancia en el departamento de Lavalleja que comenzó a ocupar hace relativamente poco tiempo. Delgado, que es veterinario de profesión, ha sido previamente señalado por haber sido beneficiario de tierras del Instituto Nacional de Colonización, supuestamente aprovechando su influencia para obtenerlas.
Con el paso del tiempo, se descubrió que Delgado decidió devolver esas tierras, aunque no sin antes haberles sacado un considerable provecho comercial, lo que generó indignación en algunos sectores que lo acusaron de haber actuado de manera inmoral.
Ahora, Delgado aparece vinculado a una amplia extensión de terreno en Lavalleja, cercana al departamento de Florida. Cuando se le preguntó sobre la adquisición de esta propiedad y el origen de los fondos, el candidato aseguró que no se trataba de una compra, sino de un arrendamiento, y que era un «emprendimiento familiar». Sin embargo, esta explicación no convence a todos. Dada la historia de engaños que rodea a figuras políticas como él, sus palabras son recibidas con escepticismo.
Además, se ha informado que maquinaria estatal ha sido vista trabajando en su estancia, realizando mejoras en los caminos y otras obras. Esto ha generado aún más dudas sobre si Delgado está utilizando su influencia para beneficio personal.
Como periodistas, ahora nos corresponde solicitarle a Delgado que haga pública la documentación que respalde sus afirmaciones sobre el arrendamiento de la estancia y que revele quiénes son sus socios en este «emprendimiento familiar». Aunque legalmente no esté obligado a hacerlo, la transparencia y la honestidad deberían ser una prioridad para alguien que aspira a ser presidente.
Por supuesto, algunos lectores podrían preguntarse si se le ha hecho una pregunta similar a otros candidatos, como Yamandú Orsi. Aunque estas comparaciones pueden ser risibles para algunos, siempre habrá quienes intenten desviar la atención del tema central.
Finalmente, cabe recordar que la política uruguaya ha estado marcada por situaciones similares. Un político del Partido Nacional comentó recientemente que, si supiéramos con qué fondos compró su estancia un expresidente, nos llevaríamos una sorpresa. Parece que, en Uruguay, salir del parlamento o del gobierno siendo estanciero se ha convertido en una costumbre.
Fuente : Crónicas del Este