No hay una expresión que se ajuste más a lo vivido durante el pasado 2021. Ya en el 2022, vienen los recuerdos de personas que deberían estar vivas; tenemos que sólo por Covid 19 murieron casi 6 millones de personas en el mundo, un virus que se trasmitió por animales o se escapó de laboratorios de Wuhan (China) y que en nuestro país sumó 6.170 fallecidos por esta enfermedad (al 31 de diciembre).

Esta pandemia  nos volvió impersonales, individualistas y más que nunca egoístas para que nos importara sólo nuestra “burbuja”. El 2021 quedará marcado como el año de la letalidad del Covid 19.

Acostumbramos a nuestra vida a una ciencia ficción que nos cambió, que nos hizo desconfiar y acusar al otro, al vecino… Quien hasta hace muy poco tiempo era un ser amistoso, amable, se convirtió en un posible trasmisor del virus del que hay que cuidarse. La realidad del coronavirus se nos impuso.

-Aceptamos que nuestros seres queridos murieran en la soledad de un CTI.

-Tomamos como normal que entraran caminando por sí mismos y al cabo de unos días salieran muertos en una bolsa impermeable.

-Aceptamos que luego fueran sepultados sin poder despedirnos de ellos y sin saber siquiera que allí estaba el cuerpo que amábamos.

-El coronavirus hizo que la muerte fuera impersonal, sin dolor, como si por ese tiempo hubiéramos sofocado a los sentimientos.

-No pudimos (y nos acostumbramos) que no podíamos besar ni abrazar a nuestros afectos.

-Tuvimos que aceptar el confinamiento como una medida ejemplar.

-Debimos dejar solos a nuestros viejos y convencidos que estaba bien, “yo te cuido abuelo, quedate en casa”

-El tapaboca o el barbijo, que aún usamos lo tomamos como algo natural y nos hace perder la identidad y oculta la sonrisa ante un gesto amable, amoroso o amistoso.

-Aceptamos como si nada que nos quedáramos sin arte, sin los deportes, sin festejar….

-Nos convencimos que la desocupación y el sufrimiento económico de muchos uruguayos (o de cualquier habitante del planeta) eran consecuencia ineludible de la pandemia. Si le tocó mala suerte, “yo tengo que cuidar mi burbuja”.

-Desapareció la sensibilidad por el otro, por el vecino, por el amigo, porque “debemos cuidarnos”.

– La solidaridad pasó a ser una palabra en desuso (a excepción de los trabajadores de la salud).

-Aceptamos que los profesores dieran clases desde la cama o desde la cocina de su casa y nos contentáramos con un “es lo mismo”.

-Se cortó la cadena social como las amistades, los amores, el sexo… Nos convencimos que el confinamiento era algo lógico y casi bueno.

-Nos volvió mirones y buchones porque “aquel no se cuida”. O también “viste que hicieron una reunión…”

-Nos subimos al pedestal para juzgar a los jóvenes que lo que deseaban era únicamente divertirse y no entendían, no eran ni son responsables que el mundo del mercado y de la globalización haya creado o liberado un virus mortal.

-Aceptamos que no hubiera 1° de Mayo y que el reclamo o manifestación de los trabajadores se convirtiera en un peligro para la salud.

-Nos encerramos, nos confinamos y nos volvimos violentos contra nuestros seres queridos, y las víctimas tenían que aceptarlo “por lo que está pasando con el covid” y “viste que está mal”.

-Nos convencieron que hay que sobrevivir “guardados” en lugar de vivir.

– Nos convencieron que velar por nosotros mismos era (y es) lo más importante, y que no nos importe que haya ciudadanos de países de África que no logran conseguir la cantidad mínima de vacunas contra el coronavirus porque la industria farmacéutica no afloja las patentes para seguir engordando sus bolsillos.

-Pero ello no es importante, porque “nosotros por suerte nos pudimos dar las tres dosis”.

-Los spots publicitarios dicen que la pandemia sacó lo mejor de nosotros, cuando realmente sacó lo peor de nosotros y seguimos convencidos que está bien.

-Y no sólo sacó lo peor de nosotros, sino que lo dejó y muy a flor de piel.

El Uruguay de tantos muertos por día

En los meses de abril y mayo 60 o 70 uruguayos morían por día debido al Covid 19. Eran números dramáticos, muy tristes, casi inconcebibles… Y más si lo extraemos de la pandemia y lo ubicamos en siniestros de tránsito, en factores climáticos, en hambrunas…

En medio del avance de la pandemia en la región, Uruguay quedó en el tope de la lista mundial de muertes diarias por coronavirus en relación a su población en las mediciones de los meses de junio, julio… Nuestro país registró 16,82 fallecidos por millón de habitantes en el promedio de esos meses.

En el 2021 alrededor de 5,8 millones de personas habían fallecido a nivel mundial a consecuencia del COVID-19. En Uruguay habían fallecido 6.170 personas.

Despierta una  nueva ola

Y como si todo ello fuera poco, todavía llega el Ómicron, una nueva variante del virus del Covid-19 que ya está presente en también en Uruguay. La OMS considera que podría encontrarse en todo el planeta aunque no se haya detectado todavía. La entidad pidió no “subestimar” la variante.

La advertencia la hizo el director general de la entidad internacional, Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien pidió no subestimar esta nueva variante: “la gente considera que la variante Ómicron está asociada a casos menos graves, pero ya hemos aprendido antes que subestimar este virus es peligroso”.

fuente : elecodigital.com.uy

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