En estos tiempos tumultuosos de la vida política, es esencial destacar las diferencias notables que definen a los verdaderos líderes y servidores públicos. En este caso, nos enfocamos en la conducta de los ediles rentados del Partido Nacional en nuestro departamento.
Recordemos un episodio que marcó un hito en nuestra historia local. En 2016, nuestro Intendente, Andrés Lima, demostró una valentía excepcional al presentar una denuncia formal contra ediles de su propio sector político. ¿La razón? La adulteración de facturas. Este acto de integridad y compromiso con la transparencia ocurrió después de un encuentro de ediles en Rivera. La denuncia no solo fue valiente, sino también necesaria para preservar la integridad de nuestra Junta Departamental y asegurar que los recursos públicos se utilizaran correctamente.
En ese momento, esta situación pudo haberle costado al Intendente Lima la pérdida de la mayoría en la Junta Departamental, así como la dificultad de gobernar sin un presupuesto propio, ya que no se le aprobó. Sin embargo, se mantuvo firme en su compromiso de ser transparente con los fondos públicos, demostrando que la honestidad y la integridad están por encima de cualquier interés político.
Pero ahora, vemos una diferencia notoria en la forma en que se manejan las cosas. El presidente de la delegación uruguaya ante la CTM de Salto Grande, Carlos Albisu, ha incorporado al menos 8 ediles de la Lista 404 con salarios que oscilan entre $80.000 y $120.000, todos ellos ingresos directos y ascensos. Esto en un momento en que CTM tuvo que reforzar sus partidas con 200 millones de pesos adicionales. Esta decisión plantea preguntas válidas sobre la ética y la moral en la política.
La política no debe ser una plataforma para el acomodo de los nuestros ni para actos deshonestos. La responsabilidad de un cargo político implica actuar con ética y moral, independientemente de las lealtades partidarias. La ciudadanía merece líderes que pongan el bienestar público por encima de cualquier interés personal o político.
En resumen, esta simple comparación nos muestra cuán distintos somos. Nos recuerda que, en la política, la integridad y la transparencia deben prevalecer sobre todo. El verdadero servicio público se basa en principios sólidos, y debemos elegir líderes que encarnen esos principios en cada paso que den.
La pregunta que nos hacemos es: ¿de qué lado nos posicionamos cuando somos Gobierno? La respuesta debería ser clara: del lado de la integridad y la honestidad, siempre.