Uruguay, a nivel internacional, ha hecho un papelón sin precedentes con la entrega de un pasaporte uruguayo a un narcotraficante de la talla de Sebastián Marset. Esto le permitió evadir el requerimiento de otro país de la región, en este caso Paraguay, que lo buscaba para juzgarlo por delitos graves, entre ellos, homicidio. Lo que ha llevado a cabo el gobierno uruguayo nos provoca un daño a la imagen tremendo, y eso no se puede ocultar. Enviaron un pasaporte a un narcotraficante a una cárcel en Dubai, y lo hicieron en tiempo récord. Pero, ¿se creían que todos somos imbéciles? ¿Creían que no se podía sospechar de tanta eficiencia del Estado uruguayo, cuando a un simple ciudadano lo hacen esperar caprichosamente para realizar un trámite? ¡Vamos!
Carolina Ache, Francisco Bustillo, Luis Heber, Maciel, Lafluff, todos imprescindibles, y cada uno de ellos más caradura que el otro. Incluyo en esta lista a Carolina Ache, quien fue a la fiscalía a afirmar que, al recibir a Alejandro Balbi en su despacho, no le preguntó quién era su cliente ni detalles específicos del trámite. ¿Alguien puede creer semejante tomadura de pelo? Balbi solicitó una entrevista, aun cuando no era amigo de Ache, según lo declarado por él mismo en la fiscalía. A pesar de ello, Balbi le envía un mensaje diciendo: «Necesito reunirme contigo. Estoy allí en 10 minutos», y Carolina Ache ni siquiera le pregunta: «¿En qué puedo ayudarte? ¿De qué se trata?». Nada, todo en seco.
Pero lo más crucial en esta trama es la validez del pasaporte otorgado a Marset, ya que todos, como si fueran un coro, repiten que el pasaporte fue otorgado legalmente, y no es así, según varios abogados. ¿Cuál es la falla del pasaporte? En el apuro mayúsculo, en la carrera contra el tiempo para evitar la deportación de Marset a Paraguay, hubo cosas que no se hicieron ajustadas a derecho. Una de ellas y fundamental es que Sebastián Marset mandó una simple carta manuscrita desde Emiratos Árabes, autorizando a sus abogados, Alejandro y Carlos Balbi, a retirar dicho pasaporte de forma excepcional. Esa carta de Marset no tiene ninguna validez, ya que debería haber mandado un poder emiratí, debidamente traducido y con la intervención de un escribano. El hecho de que los Balbi lo representaran en las causas penales de Marset no los habilitaba para realizar el trámite ante Cancillería. Tan simple como eso. El pasaporte fue mal otorgado, y la legalidad del mismo se desmorona. Esperemos que caiga el peso de la ley en aquellos que deben enfrentar las consecuencias.
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